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  • Foto del escritorJeremías Olmedo

Constitución totalitaria


La inconsistencia integral de Jaime Guzmán, ideólogo de un modelo perverso y totalitario, no sólo ha quedado de manifiesto en su conducta hipócrita durante su carrera política, enjuiciando, por ejemplo, la legítima defensa de una sociedad masacrada por la dictadura de Pinochet catalogándola de terrorista, cuando las bases orgánicas de su propio conglomerado fueron estructuradas desde el fanatismo irracional y el terror planificado.


Pero el terrorismo partidista de Guzmán y su moral aberrante no es preponderante en las épocas contemporáneas que transcurren en Chile. Tampoco es una novedad. La clave se encuentra, más bien, en la incubación de una Constitución arbitraria, falaz y obsoleta, que en plena modernidad retrasa sistemáticamente el progreso y obstaculiza la instauración de la Democracia.


La Constitución de Guzmán, en una primera fase, fue redactada para otorgar la legitimización del crimen organizado a través de la Oligarquía y Pinochet. El terrorismo, de esta manera, se convirtió en facultad legislativa y desencadenó, como consecuencia, la ramificación inmediata de la tiranía Neoliberal. Para estos efectos, uno de los objetivos más trascendentales para Guzmán consistió en arraigar una Constitución estática, un modelo inamovible y altamente peligroso ya que, al contrario de su débil argumentación de estabilidad y prevención del caos, esta Constitución llegó a convertirse en la causa formal de la actual destrucción del país. Invalidando gravemente la evolución natural de organización social y profanando la libertad de las nuevas generaciones que anhelan una vida justa y participativa.


En términos prácticos, es justamente aquella inamovilidad constitucional la que genera una profunda inestabilidad y caos ya que, cualquier fenómeno que se resiste a la transformación adecuada al contexto, espacio y tiempo donde la corresponda existir, inevitablemente acaba por consumirse en su propia involución (Podríamos ejemplificarlo como el efecto dominó. Donde todas sus piezas deben contribuir a derribar a la siguiente para alcanzar el objetivo de la última. Sin embargo, si una de esas piezas no colabora moviéndose a la siguiente, el sistema completo queda paralizado e inutilizable. La Constitución de Guzmán, en este caso, representa una pieza no sólo inservible, sino también perjudicial).


En una conclusión general, el único medio que posee una sociedad para alcanzar el progreso y, más importante aún, instaurar una Democracia, es la organización dinámica. Un ordenamiento abierto a los múltiples desafíos que se presentan ante el crecimiento de la especie humana y flexible al momento de adecuarse a nuevos formatos, realidades y posibilidades emergentes de la cotidianidad. Porque, enfocándonos sólo en el planteamiento de una Constitución, la movilidad conseguirá despejar los obstáculos y proporcionará un sustento sólido para enfrentar cualquier tipo de crisis.


Esta Constitución, para manifestarse y consolidarse a través de su flexibilidad efectiva, debe ser estructurada, modificada y organizada a través de asambleas integrales e inclusivas. Todo el espectro de la población debe ser parte de su elaboración, incluyendo a las Fuerzas Armadas, quienes contribuirán a que la movilidad y estabilidad de la Democracia sea protegida y preservada hacia el futuro.


Ya no quedan más evidencias suficientes para tomar el control. La verdad nos impulsa a reunirnos en una causa indispensable de amor por nuestro país y su supervivencia en la Historia.


La conquista de la Libertad ha dejado de representar una utopía para revelarse ante el mundo como un hecho absolutamente constatable y al cuál no renunciaremos, bajo ninguna circunstancia. Ya que cada día estamos más cerca de alcanzarla.

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